Acerca del hábito de chuparse el dedo

Cuando vemos a nuestro pequeño a través de una ecografía o ultrasonido solemos verle chupándose el dedo pues este es parte del instinto de succión, indispensable para que al nacer pueda succionar del pecho de su madre. Alrededor del primer y segundo año de vida, el niño reconoce los objetos con la boca, por lo que chuparse las manos o cualquier cosa que llegue a su poder no es malo, sin embargo, ¿Cuándo comienza a ser conflictivo el hábito de chuparse el dedo?

Chuparse el dedo en los niños es una conducta pacificadora a la que suelen recurrir los niños cuando están molestos, enfadados porque esperan la hora de la comida o se les niega alguna cosa. El dedo suele ser el siguiente mejor amigo de un niño que ha usado chupón por mucho tiempo y que no estaba emocionalmente preparado para dejarlo.

Muchas mamás no dicen nada a sus pequeños chupadores de dedo pues sienten que sustituye al pecho materno o al dulce biberón, situaciones que lo hacían sentir seguro, relajado, calmado y entretenido por lo que dejan que el pequeño encuentre en su dedo un estímulo oral.

Cuánto dura el hábito de chuparse el dedo

Alrededor de los 2 años de edad debe comenzar a enseñarse al pequeño a que no debe chuparse el dedo pulgar y buscar opciones para que se entretenga con otra cosa pues este hábito suele durar mucho tiempo. Se considera que la mitad de los niños que se chupan el dedo lo hacen hasta los 5 años, aunque muchos pueden mantener este hábito como un oscuro secreto hasta los 12 años.

Frecuentemente los niños que se chupan el dedo tienen otros hábitos que implican experiencias táctiles con los dedos como tocarse las orejas, el cabello, el ombligo, hacer bolitas, etc.

¿Por qué los niños se chupan el dedo?

Existen muchas razones por las que los niños recurren a la conducta de chuparse el dedo, algunas de ellas son:

  • Regresiones en el comportamiento (actuar como bebé) ante la presencia de cambios como nuevos hermanos.
  • Búsqueda de una sensación de seguridad cuando viven en ambientes hostiles o se enfrentan con situaciones tensas.
  • Aburrimiento
  • Ansiedad

Aunque chuparse el dedo parece ser una conducta inocente que no daña ni molesta a nadie, puede causar en el pequeño consecuencias negativas como:

  • Deformaciones en el paladar pues el dedo lo presiona empujándolo hacia arriba y deformando el arco del paladar; a este trastorno se le llama paladar ojival.
  • Daño en los dientes: la continua succión y el movimiento del dedo provoca un desplazamiento de los incisivos hacia delante afectando al cierre bucal provocando una maloclusión, es decir una abertura entre dos arcadas dentales por donde tiene que salir la lengua. A esto se le conoce como mordida abierta
  • Alteraciones en el lenguaje o dislalias. Es decir, una dificultad para pronunciar sonidos que lleven letras “T”, “D” y “L”, si no se corrige a tiempo, el niño deberá acudir a terapia del lenguaje para aprender a hablar adecuadamente.

¿Cómo actuar?

Los padres debemos pensar que chuparse el dedo no es un problema que se solucionará con regaños, sacándole el dedo de la boca a la fuerza, humillando, con burlas o exponiendo la conducta. Debemos ser cuidadosos y pensar en las situaciones que llevan al niño a recurrir a la conducta de chuparse el dedo para comprenderlo y apoyarlo.

No castigue al pequeño cuando lo sorprenda chupándose el dedo pero prémielo cuando no lo haga, planteen metas a alcanzar y no lo presione para alcanzarlas, es un camino largo que se alcanzará poco a poco, por ejemplo pueden comenzar a la hora de la comida exclusivamente y cada semana ir aumentando el tiempo en que el niño no se chupa el dedo limitando el tiempo permitido para hacerlo.

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