¡Qué hago…. Me están preguntando de sexo!

Escrito por Karla Rodríguez Escenaro -Psicoterapeuta Psicoanalítico 

¿Cómo me acerco a mi hijo y le hablo de sexo?, ¿Qué debo decir y que no a un niño acerca de la sexualidad?. ¿Cómo le hablo?, ¿Qué le informen en la escuela?, ¿Si me pregunta le contesto? A veces nos sucede que nos llegan con preguntas que tememos responder o que sentimos que no estamos capacitados para hacerlo, y preferimos dejarlo a los maestros o a los especialistas, lo que no sabemos es que la información que se da en casa es la más valiosa para el desarrollo y entendimiento del mundo. Hablar con nuestros hijos de varios temas incluyendo el sexo, los hará más responsables y afectuosos al momento de vivirlo.

Así como nos han transmitido valores, opiniones, actitudes, la educación de la sexualidad, no ha sido la excepción, la  hemos aprendido en lo cotidiano, en el día a día. En el comportamiento de los adultos, las relaciones entre ellos, en las opiniones de los medios de comunicación que van impregnando la mente del niño se van configurando las primeras actitudes respecto al afecto y a la sexualidad.
La aprendimos cuando nuestros padres nos tocaban o nos ponían pañales. Cuando les mirábamos a los ojos, siendo bebés y sentíamos (o no) una poderosa carga de amor y conexión, a modo de respuesta. Cuando el cariño de nuestros padres nos iba enseñando con el paso de los años, si podíamos expresar cariño hacia los demás, ya que en nuestro vivir se engloba el cariño y el aprendizaje de todas las facetas humanas.
Es así que hemos aprendido de la sexualidad con base en experiencias desde la infancia, y muchas veces se nos dificulta transmitir esta educación que por lo experimentado debería de ser de forma natural y consecuente con nuestras vivencias y aprendizajes.
Para la mayoría de papás y mamás la educación sexual de sus hijos es un tema preocupante, temido en algunos casos y evitado en otros, todo esto tal vez a cuestiones de orden social, personal o tal vez  a la falta de información o la creencia en una incapacidad para transmitirla.  Pero ¿Cómo hacerle cuando sabemos que nuestros hijos en edad escolar necesitan la orientación y la educación con respecto a este tema?
Educar en sexualidad no es diferente o más complicado que educar en situaciones cotidianas. Lo que se necesita es establecer un ambiente de confianza que se inicie desde la niñez y así desde pequeños niños y niñas se han acostumbrado a escuchar comentarios de manera natural, por ejemplo, responder con suma naturalidad sus preguntas y adecuarlas a su edad, todo inicia con la diferenciación entre niña y niño, y hablar de pene o vulva debería de ser tan natural como mencionar nariz o boca.  Un niño en edad escolar de primaria, tendrá curiosidad por los cambios físicos, por el coito, por el nacimiento de los hijos, todo esto debe ser hablado con ellos en el momento que lo pregunten, sin hacer de esto un encuentro serio y bajo la luz de la lámpara de la sala, sino más bien como una situación casual y espontánea, tal y como fue preguntada.Incluso nos podemos apoyar de libros o documentales hechos para niños, siempre y cuando estos sean vistos con los padres ya que ellos darán el toque de afecto a todo lo observado, es decir, nosotros como papás podemos durante el documental o durante la lectura del libro, preguntar qué opina, que le está pareciendo, si sabe algo más, e incluso podemos dotar toda esta conversación de un ambiente familiar y afectuoso.
Es importante hacer notar que cuando este diálogo no ha existido previamente y los adultos traten de iniciarlo en la pubertad, serán los propios adolescentes quienes los rechacen en función de una sensación incómoda y debido a que empieza a ser más marcado el territorio de la intimidad y no se logró un ambiente de naturalidad y confianza desde el principio.
Como se mencionó, es importante para el desarrollo del niño que este proceso se produzca en un ambiente libre de tensiones, relajado y natural, donde no tenga que sentir miedo ni vergüenza ante sus sentimientos ni comportamientos, donde el cuerpo no sea algo que haya que esconder.  Las actitudes negativas se vuelven más poderosas que la ignorancia a la hora de reprimir el desarrollo sexual y emocional de nuestros hijos, las palabras; cochino, feo, malo deben ser quitadas de nuestro vocabulario. Una actitud positiva, tranquilizadora favorecerá un desarrollo sexual placentero y sin prejuicios.
A continuación se exponen algunos consejos para seguir en el momento en que nos veamos enfrentados a hablar de sexualidad con nuestros hijos.
  • En cuanto el niño o niña haga la pregunta hay que tomarla en cuenta y responderla. No hay que evitar la respuesta
  • Hay que contestar en el momento en que se pregunta. Si no se sabe acerca de lo que preguntan habrá que buscar la respuesta en colaboración con nuestros hijos. No es algo malo mostrar ignorancia ante un tema determinado.
  • Hay que utilizar un vocabulario comprensible. Evitar las conferencias magistrales.
  • Utilizar los nombres correctos de los órganos genitales. Así van adquiriendo el vocabulario adecuado.
  • Vincular la respuesta a los aspectos afectivos. No es entregar sólo conocimientos. El efecto positivo de la nueva información proviene de la comunicación afectuosa, de una visión positiva que relacione la sexualidad con el amor, los sentimientos, el placer.
  • Se debe facilitar información sobre lo que sucede, así como de las responsabilidades acerca de estos sucesos, sin mal informar o asustar.
La educación sexual integral es un proceso que dura toda la vida. Es algo inherente al ser humano y se expresa permanentemente en la forma en que cada uno vive la vida cotidiana.
Al ser los papás y las mamás los educadores principales de nuestros hijos debemos ser los primeros en preocuparnos por adquirir una educación sexual para poder brindarles los conocimientos y actitudes que les facilitarán una aceptación de su cuerpo, de sus funciones, a manejar sus relaciones interpersonales, a comprender sus responsabilidades con ellos mismos y con los demás. Y sobre todo ayudarlos a que adquieran una actitud positiva y libre de culpa ante la sexualidad sin vergüenza ni presiones.

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